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AUTOCONCEPTO Y EQUILIBRIO EMOCIONAL EN LA ADOLESCENCIA

  • Foto del escritor: Psique Y Ser
    Psique Y Ser
  • 4 ago 2021
  • 2 Min. de lectura

Como sabemos el adolescente es inestable emocionalmente, que cambia con cierta facilidad de humor y puede estar en un momento determinado eufórico y pasar seguidamente al más hondo pesimismo.


Pese a que esta característica es propia de la adolescencia, en sus ambientes en los que se encuentra y, especialmente, en la familia hay que intentar educar en el complejo mundo de las emociones. Actualmente se habla con frecuencia de la Inteligencia Emocional y con esta expresión se pretende hacer hincapié en que las personas debemos aprender a

manejar nuestras emociones, a saber gobernarlas.

La felicidad y el éxito en la vida muchas veces no dependen de nuestra capacidad intelectual sino de nuestras habilidades para conocer y controlar nuestras emociones y también conocer las emociones ajenas.

En el mundo de las relaciones interpersonales es donde se encuentran los mayores problemas afectivos y personales. La madurez y el equilibrio en dichas relaciones son fundamentales para la salud psicológica del adolescente. Pero esta madurez y equilibrio, aunque dependen mucho de las características personales de cada uno, se pueden mejorar con un adecuado entendimiento en estas cuestiones, bien con programas, que hay editados y que están en los centros educativos, o bien con el diálogo y el apoyo sereno de la familia o sus amistades en los momentos difíciles.


Las relaciones con los iguales, familia, relaciones de pareja, son las situaciones que ponen en juego más energía emocional, ya sea en su forma negativa o positiva. Cuando un adolescente se siente triste, abatido, tiene ansiedad, etc., es bueno que comunique estos estados de ánimo, bien sea a amigos y amigas, familia, etc. El problema muchas veces es que estos estados pertenecen más que ninguna otra cosa al terreno de lo íntimo y el adolescente, en muchos casos, huye de la comunicación de estos estados de ánimo que él considera íntimos. Es más fácil que recurra a sus amistades que a la familia porque se siente con más libertad para hablar de ciertos temas y también más comprendido. Lo importante es que tenga la capacidad para expresar lo que siente, teniendo en cuenta que cada persona es diferente a la hora de manifestar estas cuestiones y los padres y madres, en el entorno familiar, han de tener la habilidad para, respetando la intimidad de su hijo e hija, ofrecer un entorno de comunicación abierto y comprensivo.




¿Qué puede hacer la familia ante situaciones de bajón anímico?

- Favorecer la comunicación pero sin mostrarse excesivamente pesados, dado que puede producir el efecto contrario. Estar siempre abiertos al diálogo.

- Actuar con empatía, es decir, ponernos verdaderamente en su lugar para comprender mejor lo que le ocurre y poder ayudarle. Los problemas afectivos de un adolescente son muy importantes para él aunque para una persona adulta puedan resultar una tontería.

- Si los padres y madres observan que los momentos bajos, anímicamente hablando, son frecuentes, no pasan con facilidad, etc., debemos acudir a un especialista que nos ayude con algunas técnicas más específicas.

 
 
 

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