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La era de la procastinación.

  • Foto del escritor: Psique Y Ser
    Psique Y Ser
  • 4 may 2022
  • 3 Min. de lectura


A pesar de vivir en una época pandémica, previo a esto, la sociedad comenzaba a tener tintes de ser un ámbito demandante y consumidor de nuestros tiempos. Gran parte de nuestras actividades están orientadas al cumplimiento y resolución de las exigencias exteriores, dejando totalmente de lado todo aquello que es placentero para nosotros.


Quizá en un inicio no exista la sensación de insatisfacción con el cumplimiento de actividades meramente profesionales o académicas, pero al ser una constante la sensación surgirá debido a que solo estamos viviendo y realizando actividades poco placenteras y que, muchas veces, tienen una lógica de imposición no de elección propia.


Deténganse un momento y piensen en un espacio escolar. Nuestro Sistema Educativo está diseñado para cursar una gran tira de materias que posiblemente no todas sean de nuestro interés. En el trabajo, aun estando en un ámbito profesional genuinamente decidido, tendremos que realizar actividades que no se alinean a nuestros deseos. Y así, entrando en la monotonía, no nos percataremos en qué momento mis tiempos están cargados de demandas externas.


Todo lo comentado anteriormente tiene una finalidad, y no es la de "justificar" la existencia de la procastinación en el sujeto; sino la de denotar que dicho hábito busca cualquier excusa para existir y tener una razón de ser.


La palabra procastinación proviene del latín /procastinare/, cuyo significado hace referencia a postergar hasta mañana.

Dicha etimología hace alusión a que el sujeto tiene un control sobre su propia procastinación, sin embargo no siempre es así. Sabemos que existe la procastinación porque vemos el acto de aplazar las actividades, pero difícilmente nos ponemos a pensar en el trasfondo de su existencia.


El acto de procastinar no solo se víncula a cuestiones actitudinales o apáticas del sujeto. Casi siempre se vincula a temas emocionales que terminan siendo puntos ciegos para las personas que lo presentan. Comúnmente el estrés es un factor detonante de la procastinación: muchos proyectos, carga excesiva de trabajo, etc. Pero más habitual es la renuncia a hacer una actividad que va a confrontarme, y que muy probablemente va a remover temas emocionales dentro de mí.


Un ejemplo de lo anterior sería el postergar actividades vinculadas a un proyecto de emprendimiento por temor al fracaso. Se evade porque el fracaso removerá y traerá a la conciencia del sujeto las críticas y la violencia verbal que recibió de su padre a lo largo de su adolescencia.


La procastinación se está convirtiendo en una era porque, hoy en día, los sujetos están más enfocados a cubrir las demandas externas, que a detenerse y reflexionar sobre qué temas están vinculados emocionalmente y me están impidiendo el poder llevar al acto todo aquello que me propongo o que debo realizar. Aunado a esto, la estadística marca que empieza a ser más común en los adolescentes y adultos, lo cual puede generar que lo normalicemos y solamente aprendamos a vivir con ello.


Más que brindarles una serie de tips o estrategias para evitar que la procastinación este presente en nuestras vidas, les queremos recordar la importancia de no solo estar a merced de todo lo que el mundo exterior nos demande; sino también, de tener momentos y espacios para uno mismo que nos ayuden a escuchar las exigencias que viven en mí, que me movilizan y determinan mi actuar.


Recuerda que en Psique & Ser




“Estamos para escucharte”




 
 
 

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