La muerte en la vida
- Psique Y Ser
- 4 nov 2021
- 2 Min. de lectura
Muchos países del mundo se asombran al simple hecho de ver como el mexicano rinde tributo a la muerte. Se cuestionan ¿cómo y por qué festejan que un muerto ya no esté en el mundo terrenal? Y es que el tema de hoy, difícilmente podemos desprenderlo de la perspectiva de nuestra cultura, porque la cultura permea al individuo y a la inversa.
En su mayoría, somos una cultura “muégano”, difícilmente podemos desprendernos los unos a los otros. Es esta misma adherencia familiar y el amor por el otro, lo que nos hace la tarea aún más difícil de desprendernos de ese ser querido. Sin embargo, aún teniendo una cultura como la mencionada, no podemos dejar de analizar la importancia de la muerte dentro de nuestra representación psíquica.
Como se dice “la muerte es lo único seguro en esta vida”. Bajo este presagio entra la duda sobre si vivimos para morir o la muerte está presente para poder vivir. No podemos inclinarnos por alguno de los pasajes porque generalizaríamos una postura ante la muerte.
¿Cómo hace el mexicano para integrar la muerte a la vida? Ante esta pregunta, se pueden abrir muchas brechas, pero trataremos de esclarecer una que consideramos sucede en el psiquismo de los mexicanos.

La muerte no solo es llevar el cuerpo al punto cero, a lo inanimado. Es también, todo un mecanismo psíquico que surge en las personas o seres queridos que rodean al difunto. Para poder tener una integración e interacción en el día de muertos, lo primero que hacemos es tratar de quitar el afecto a la experiencia, no a la persona. Con esto, el mexicano logra sublimar la muerte como algo fatal o catastrófico, a convertirlo en un evento de un posible retorno simbólico que permite tener una conexión afectiva con la persona. Es un mecanismo tan complejo, que el empuje a hacerlo proviene de la misma cultura.
Otro mecanismo que parece activarse es, que en esta misma línea de sublimación, lograr integrar la percepción de la muerte como algo bueno y no con connotaciones negativas. La festividad, la ofrenda, y todos los rituales ayudan a que los aquejados dejen de sentir la culpa que nos provoca la muerte de nuestros seres queridos. Si la culpa no se transformara, seguramente la muerte seguiría en secuencia dentro de la familia. Terminaría arrebatando no solo a un familiar, sino a todos aquellos que no logren sublimar la culpa.
Con esto, no queremos decir que todos reaccionamos de la misma forma, o que es lo que debemos hacer. Simplemente es entender qué pasa en nuestras mentes y como la cultura tiene un impacto para poder tramitar un escenario que, para muchos, tiene tintes muy oscuros.
¡QUE VIVAN NUESTROS MUERTOS!
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