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La normalización del estrés.

  • Foto del escritor: Psique Y Ser
    Psique Y Ser
  • 10 jun 2022
  • 4 Min. de lectura

¿Qué es mejor, afrontar el estrés o manejar el estrés? ¿Por qué no se habla de extinguir el estrés?




En la bibliografía actual nos vamos a encontrar con la terminología "manejo del estrés", si profundizamos en ella nos dan un recorrido desde dónde y por qué surge el estrés en nuestro interior. De igual modo, las consecuencias que este conlleva en nuestra salud física y mental. Y de estar tan presente en nuestras vidas, existen altas probabilidades de terminar afectando más áreas de nuestras vidas (social, familiar, de pareja, escolar, profesional, etc.).


Si continuamos revisando la literatura, vamos a llegar al punto que detona interés en todos nosotros. ¿Qué hacer para manejar mi estrés? pero lamento defraudarlos, en este escrito no brindaré estrategias para manejarlo, porque si me permiten voy a señalar algo que ha estado presente en estos dos cuestionamientos. Me refiero a que pareciera que es nuestra culpa que el estrés exista dentro de mí, y peor aún, que esté rebasando los límites humanamente soportables.


La realidad no es así, la investigación del estrés surge a partir de la época de la industrialización. Desde que al sujeto se le sometió a una serie de empleos absorbentes, demandantes y voraces, con horarios extendedidos y que, en ocasiones, sobrepasan las condiciones humanas para poder tolerar tal carga. Es bien sabido que los puestos de un trabajo moderno tienden a normalizar que te quedes más tarde de tu horario laboral porque se evalúa como disponibilidad. También, te piden el tener que cubrir más funciones de las establecidas en tu puesto porque es parte de tu productividad. Una visión tan perversa porque juega con toda la estructura de vida de las personas. En caso de no hacerlo, sabes cuál es tu consecuencia...un muy posible despido. Pero si lo haces, la recompensa no es para nada clara, e incluso se olvidan de ella.


Desde esta óptica podemos entender porque hoy en día se hace referencia a un "manejo" del estrés. Si lo leemos entre líneas pareciera que es algo que se detonó para quedarse, y que lo que se nos pide es saber cómo adaptarnos a ello sin dejar de ser sujetos funcionales para un ambiente laboral y social. Es como si fuésemos responsables de algo que en realidad no lo somos.


No por nada, países de primer mundo comienzan a modificar las estructuras y condiciones laborales. Empleando el home office, reducción de horas laborales, modalidad flexible e híbrida de acudir o no a tu centro de trabajo, entre otras. Porque saben que el estrés que viven sus empleados, surge no por una respuesta meramente natural, sino emerge a partir de una condición externa que rebasa nuestros recursos de "manejo" y nos exige un afrontamiento. Hablar de afrontamiento del estrés, es hablar desde otro lugar.


Según la Real Academia, afrontar es hacer cara a un peligro, problema o situación comprometida. Mientras que manejar la define como moverse con cierta soltura después de haber tenido un impedimento.

Partiendo de esto, podemos darnos cuenta que las definiciones tienen connotaciones muy distintas. Mientras que la segunda busca que el sujeto actúe ante algo que ya lo padece; la primera busca anteponer nuestros recursos ante una sensación psicofísica displacentera para darle una solución definitiva. El manejo suena más bien a que será algo inherente y que cada vez que se presente, tendrás que utilizar hasta la última técnica para poder silenciarlo y que este no irrumpa en tus actividades.


Lastimosamente no podemos hablar de extinción del estrés porque irónicamente, este tiene una funcionalidad dentro de nuestro sistema. Las investigaciones lo definen como "eustrés", cuya importancia radica en movilizar al sujeto de una situación adversa o displacentera. Por ejemplo, ante un sismo, un examen, una actividad que demanda de nuestras capacidades. Sus reacciones son las ya conocidas (ansiedad, sudoración, aceleración en la respiración, etc. Sin embargo, se presentan a un nivel tolerable que permite al sujeto ser consciente de su sentir y pensar para actuar de una forma asertiva y adaptativa. El estrés termina siendo funcional.


No así cuando el estrés es catalogado como "distres". Este hace que el sujeto pierda sus recursos, se deje influenciar por su sentir físico y emocional y maximice las situaciones externas que están desembocando sus sensaciones. Termina por ser un estrés poco funcional que, de tener una continuidad se puede convertir en agudo o crónico.


Si nos percatamos, no estamos hablando el día de hoy de un tema sencillo de tener que solamente"manejar". Incluso desde una visión clínica, sería negligente y no podemos dejar que un sujeto con estrés crónico se haga responsable y utilice todas las técnicas posibles para manejarlo. No estoy demeritando esa labor, pero en un punto crítico no es suficiente. Sin embargo, si lo factores estresantes no tienen una reestructuración, el sujeto no podrá tener una sencilla reinserción.


¿Entonces qué hacer ante este problema de salud física y emocional?

Lo primero es no normalizarla, no verlo como algo natural porque eso hará que el umbral del estrés cada vez sea mayor. Mi cuerpo y mis emociones cada vez van a soportar más y más hasta terminar en un punto crónico y agudo.


Lo segundo es detenerte pero no para distraerte, sino para escucharte a ti mismo. ¿Cómo está tu cuerpo? ¿Qué necesitas? ¿Cuáles son tus límites? Esta pausa es para que te conozcas y establezcas tus límites. Sepas cuál es tu línea que no debes sobrepasar porque muy probablemente se te saldrá de tu control si esto sucede.


Y por último, es trabajar en tí mismo para que tus recursos personales sean cada vez más conocidos y fuertes. Esto te permitirá afrontar cualquier eventualidad displacentera desde un lugar más consciente y menos desbordante dentro de ti.


Recuerda que en Psique & Ser




“Estamos para escucharte”





 
 
 

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