Sociedad y locura
- Psique Y Ser
- 6 abr 2021
- 3 Min. de lectura
El hablar de locura es introducirte a un mundo de mitos, especulaciones y estigmatizaciones, porque, invariablemente, no podemos desprender el juicio social que esta alteración mental conlleva.
Si hacemos un breve recorrido a la historia de la psiquiatría, desde tiempos antiguos se señalaba a las personas con ciertas alteraciones en su conducta y los llamaban “lunáticos”. Dicho término proveniente de la idea de que la luna era el elemento que había alterado todo el estado mental del enfermo. Posterior a esto, en el siglo XV y XVI, los enfermos mentales eran encerrados como criminales, señalados por la anormalidad que presentaban y, por lo general, debían ser castigados. Hoy en día, en nuestro siglo XXI, las intervenciones hacia este tipo de población han cambiado y se presumen de ser intervenciones clínicas más humanizadas; sin embargo hay un trasfondo en todo este tema. Ese trasfondo es, precisamente, la sociedad.
Desde la infancia nos introducen a una cultura, a una sociedad con normas, tradiciones, lenguaje y formas de ver la vida y la muerte. En la edad infantil es primordial que nos integremos a una sociedad. Que empecemos a desarrollar habilidades sociales, ya que se dice que somos seres sociales y los niños privados de estímulos sensoriales o de la interacción con otros, pueden hacerlos caer en la locura. Y ante esto me pregunto ¿quién dice que al integrarte a una a sociedad vas a estar en lo correcto? Nos integran a una sociedad tan rota, injusta, polarizada…tan loca. Pero esa locura social no es visto como algo malo, sino como algo normal porque tiene sus propias normas, mismas a las que nos vamos adaptando y aceptando como parte fundamental de nuestras vidas.
Pero ¿qué pasa con las personas que no quieren y no se adaptan a esa locura social?, ante esta pregunta es donde surge el concepto de locura. La locura, entendida en términos generales, es la ausencia de salud mental, y ¿quién evalúa si una persona mantiene una salud mental? La sociedad. La sociedad es nuestro principal juez a lo largo de nuestra vida, ellos determinarán si estamos bien o mal, si somos “normales o anormales”, si nos podemos integrar y desarrollar o si seremos incluidos o excluidos.
Que nuestro lector no crea que estamos desmintiendo la locura como concepto equiparable a enfermedad. Estamos cuestionando los estándares de evaluación que aplica la sociedad ante este tipo de población. Debido a que, aunque la psiquiatría presume que hoy en día que sus métodos de abordamiento son más humanizados, seguimos teniendo inconsistencias y muestras de que el enfermo mental no importa como persona, sino como objeto de estudio o un número cuantificable en las estadísticas médicas que permitan la elaboración de más y más psicofármacos. De hecho, el mismo nombre de los fármacos demuestran lo anterior. El llamar a un medicamento “antipsicótico” o “antidepresivo”, es un significado que comprueba lo mencionado, ¿por qué eliminar al sujeto psicótico o depresivo, y no a la enfermedad? ¿Por qué no llamarlo “antipsicosis o “antidepresión”? Pareciera que el problema no está en la enfermedad, el problema está en el sujeto que no se apega a los estándares sociales, y entonces es él el que tiene que ser segregado. De hecho muchos de los modelos clínicos hoy en día, lo que buscan es la reintegración del sujeto a la sociedad, denotando que lo social siempre va a tener más peso que lo individual.
La locura existe, pero no siempre es tan visible como nos lo demuestran en las películas o series. A veces, la locura es tan silenciosa que basta un mínimo evento que la detone, o incluso, puede que nunca se manifieste y el sujeto pueda vivir en una sociedad. Los signos síntomas como los delirios, las alucinaciones, las conductas violentas, etc., son parte importante para la elaboración de un diagnóstico, pero si no existe alguna sintomalogía tangible y puesta para la evaluación social ¿qué es entonces la locura? Por ello, la psicología tiene una gran labor para las personas que padecen algún trastorno mental. La labor suena sencilla, escuchar, pero es ayudar al paciente a armar todo el rompecabezas de su vida hasta encontrar que fue aquello que rompió su cabeza. Indiscutiblemente, el trabajo de escucha se hace con apoyo de las intervenciones psiquiátricas, pero en está ocasión escuchamos al sujeto y cómo vive su enfermedad con la finalidad, no solo de una integración social, sino de un sentimiento de salud mental.
Recuerda que en Psique & Ser
“Estamos para escucharte”

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